lunes, 1 de febrero de 2010

El desafío de la mujer rabiosa

La mujer de hoy aprendió a expresar su cólera y rabia, pero el problema es que muchas veces las explosiones de furia llegan a alterar el entorno familiar al punto de dañar a los hijos, afectar a la pareja o incluso de humillar a los padres.

Una mujer nunca es violenta de nacimiento, siempre hay una causa que la lleva a tener estas explosiones. Puede ser que vivió en un entorno donde siempre fue agredida, o también cuando tuvo padres intolerantes e incapaces de manejar la violencia. En un hogar violento se aprende a explotar de furia por cualquier cosa y se aprende a creer que esa es la manera (equivocada) de funcionar mejor.

En las familias se le ha enseñado a la niña a responder de dos maneras. La primera convirtiéndose en una 'buena chica', callada, comiéndose su cólera porque le está prohibido expresarla. La segunda forma, gritando y atacando cada vez que ella encuentra una situación que no le agrada. Ambas formas son igual de ineficaces e igual de destructivas.

Y, ¿se puede aprender a solucionar estas reacciones? La respuesta es sí, y la solución transita por tres vectores:
  • El primero, aprender a guardar silencio.
  • El segundo, aceptar que siempre hay tiempo para responder, pero siempre después de haber pensado un poco.
  • El tercero, el llegar a comprender que para no agredir, hay que no dejarse agredir, pero hablando.


Fuente: Diario Trome (Fernando Maestre)