
El progenitor débil suele ser amoroso y preocupado por los problemas materiales del niño, educación, deporte, comida y salud. También demuestra que es muy cariñoso, transmitiendo la imagen de ser 'magnífico padre' en relación a cuánto los apapacha, los besuquea y deja que los niños se le monten encima. Pero lo que los hijos necesitan además es guía y orden.
Un niño requiere que su padre sea por momentos fuerte, firme, que sepa premiarlo y castigarlo. El progenitor debe poner límites a su pequeño, porque de lo contrario este lo tomará como un amigo débil del cual solo aspirará obtener beneficios, regalos y libertades; pues si no es así, podrá armar una tremebunda pataleta.
Lo peor es que cuando él besa y abraza a sus hijos, todos los que ven la escena se conmueven y exclaman: 'qué maravilloso padre es este hombre', sin darse cuenta que solo están viendo un reflejo, pues sin negar la utilidad del afecto, no logra ordenar al niño para el resto de su vida.
Fuente: Diario Trome (Fernando Maestre)
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