
En efecto, el convivir con una persona que lleva bebiendo muchos años obliga a quienes están a su lado a adoptar conductas compensatorias y protectoras del alcohólico, puesto que, de uno manera u otra, lo aman sin darse cuenta que al hacerlo ellos se van transformando y enfermando.
Así, los síntomas de la personalidad de un alcohólico son los siguientes: no reconocer sus errores, jamás tener la culpa de nada, siempre miente respecto a cuánto licor bebió, no soportar estar en un ambiente de paz teniendo que alterarlo y generar conflicto y angustias en los demás, es una persona que 'jamás se equivoca' y que es incapaz de pedir perdón a nadie.
Más tarde o más temprano, quienes viven con él se volverán codependientes, ahora la familia tendrá que asumir las responsabilidades de él, los hijos tienen que cuidarlo por miedo a que le pase algo durante sus borracheras, la esposa tiene que mentir para protegerlo y que no pierda el trabajo, ella tendrá que tolerar el tener relaciones sexuales con un alcohólico.
Este cambio en la familia, con el tiempo, se vuelve una enfermedad.
Fuente: Diario Trome (Fernando Maestre)